Casi puedo asegurar que todas las mujeres –o al menos la mayoría– somos fanáticas del orden y la limpieza. Y muchas también piensan que tener a los niños en casa todo el tiempo significa renunciar a la limpieza y el orden de su hogar, por lo que prefieren descartar la posibilidad del aprendizaje sin escuela.

Sin embargo, yo estoy convencida de que es posible realizar ambas tareas sin descuidar ninguna de las dos.

En mi caso personal, como mamá de tres niños menores de seis años que no van a la escuela, y sin la ayuda de una empleada doméstica, creo que he podido encontrar el equilibrio en la combinación de varios factores:

1. Tolerar un poco de imperfección

Para mí ha sido clave reconocer que muchas veces la limpieza es un asunto que me complace a mí, personalmente, y que no es tanto una necesidad familiar. Como mamás, es muy importante que definamos prioridades, y en mi caso, el dedicarme a mis tres niñitos es mucho más importante que pulir mi casa para que brille como diamante. No se trata de conformarnos y no hacer las cosas, sino de no frustrarnos y de no robarles tiempo a los niños por estar afanadas para ir a «limpiar».
Yo sé que a medida que mis hijos vayan adquiriendo la destreza necesaria y vayan adquiriendo mis hábitos de limpieza, llegará el momento en que se conviertan en una verdadera ayuda. Y creo que será pronto.

Te invito a ver este video que grabé 6 años después de que escribí este post:

2. Simplificar y agilizarme

Debido a mi inclinación perfeccionista, yo tiendo a dedicar demasiado tiempo a una tarea porque quiero que quede muy bien hecha. Cuando estaba recién casada, me frustraba mucho porque sentía que no me alcanzaba el tiempo para hacer todo lo que tenía que hacer… ¡y eso que no tenía niños!
Pero la verdad es que quería hacer demasiadas cosas y además, hacerlas como todo un «ritual».

No se vale desentendernos de los niños para invertir demasiado tiempo en la limpieza, pero tampoco se vale estar dejando todo siempre a medias y decir que los niños nos distraen.

trastes

Simplificar significa ponerme como meta lavar los trastes del desayuno y no más. No limpiar el refrigerador ni barrer ni ordenar las alacenas. Sólo lavar los trastes por completo, sin distraerme. Y agilizarme significa hacerlo en diez minutos, bien hecho. Durante ese tiempo, le enseño a mi bebé de dos años que puede estar tranquilo armando un rompecabezas sin interrumpirme. No es demasiado tiempo como para que no pueda aguantarlo, y sí es un buen reto para mí el lograr terminar dentro de ese tiempo. Una vez que termino, dejo las labores atrás y me dedico a jugar con mi bebé.

3. Romper paradigmas

Al igual que en la educación, la limpieza es un área en la que he tenido que hacer un alto y cuestionarme el procedimiento que sigo: ¿por qué lo hago así?, ¿estoy empleando demasiado tiempo o esfuerzo?, ¿puedo simplificarlo para ser más eficiente?, ¿puedo incluir a los niños en eso?

Todavía me falta mucho, pero aquí tengo algunos ejemplos de los paradigmas que he logrado cambiar:

  • Todo se mantiene en su lugar si todos tenemos la mentalidad de «si uso algo, lo regreso a su lugar», y aplica también para mí: dejar todo limpio después de cocinar, de bañar a los niños, de trabajar con material, de lavar ropa, etc. Los expertos en estimulación temprana te sugieren que desde los 18 meses de edad, o antes, animes a tu bebé a que meta objetos en una caja. Por lo tanto, desde esa edad animamos a nuestros hijos a que recojan lo que saquen, y me evita el trabajo de andar limpiando detrás de ellos: juguetes a su caja, legos a su bote, ropa a la canasta, pañales al bote, zapatos al clóset, materiales al cajón. Incluso, como «actividad de estimulación», también los pongo a que me ayuden con labores extras, como poner las naranjas del mercado en su cubeta.
  • No es necesario acumular toda la ropa de toda la semana para lavarla en un solo día. Se puede separar la ropa por colores y echar una lavadora diariamente. No se hace pesado y el mismo día se puede tener la ropa doblada y en su lugar. Los niños se turnan todos los días para ir a la lavandería y separar ropa, y también, pueden ayudar a doblar toallas, a encontrar pares de calcetines, y a doblar sus piyamas. Las sábanas y toallas se lavan una vez a la semana y los niños ayudan a quitarlas de las camas.
  • alacena
    No se necesita usar sosa cáustica para remover el cochambre de un mes de uso de la estufa, si todos los días, después de cocinar, se le da una limpiadita de cinco minutos. La cocina se limpia muy bien después de comer, (lavar platos, limpiar estufa y piso) y papá nos puede ayudar a jugar con los niños durante ese tiempo, o a darles una clase o a llevárselos al parque.
  • Es posible mantener mi baño limpio dedicándole cinco minutos diarios, sin tener que emplear toda una mañana en remojarlo, tallarlo con cepillo de dientes y lija de agua, y tener que ponerme en shorts para hacerlo. Los niños pueden ayudar a cambiar las toallas, a sacar la basura de los botes y a supervisar que siempre haya suficiente papel de baño.
  • No es necesario dedicar toda una mañana a barrer y trapear toda la casa, si todos los días después de desayunar puedo dar una barridita a un área de la casa y pasar el trapeador si es necesario. Los niños me ayudan a recoger todo lo que esté tirado, a acomodar los zapatos del clóset y a sacudir todos los muebles, mientras que yo hago eso. En menos de veinte minutos diarios, tenemos la casa limpia siempre.

4. Pensar que hacer labores domésticas es mucho más educativo que aprender a sacar raíces cuadradas

Muchos consideramos materias como el inglés, sumamente importantes, porque «les abrirán puertas» a nuestros hijos, y aunque es verdad, yo creo que una actitud dispuesta, servicial, diligente y responsable, les abre muchas más puertas que el puro conocimiento académico. Si hay actitud, es muy fácil adquirir el conocimiento; pero sin actitud, el conocimiento no sirve de nada. A veces he llegado a pensar que la limpieza es una actividad aburrida, monótona y repetitiva que no tiene por qué quitarnos el tiempo, y he querido contratar a alguien que se encargue de eso, para que yo pueda dedicarme a lo «importante». Sin embargo, luego pienso que puede ser una oportunidad de que los niños aprendan muchas destrezas valiosas, sin necesidad de inventar situaciones artificiales, ni comprar materiales costosos ni pagar maestros particulares. La mugre siempre está allí, y en vez de verla como carga, estoy comenzando a verla como «material educativo»: las labores domésticas son un gran recurso para enseñar enseñar actitudes y destrezas… además de que son un excelente medio para propiciar conexión con los niños.

5. Ser sabia para decidir cómo y cuándo involucrar a los niños

La manera de obtener cooperación de los niños no es a través de gritos, golpes o premios y castigos. Tu autoridad natural es clave. Ellos querrán involucrarse en lo que es importante para ti, en la medida que tú quieras involucrarte en lo que es importante para ellos, y en la forma en que tú comuniques la importancia de mantener la casa limpia: es un beneficio para todos, y también es una responsabilidad de todos. Mientras más pronto lo hagamos, más pronto gozaremos de otras actividades, y si lo hacemos juntos, podemos hacerlo más rápido.

Por otro lado, también es clave saber decidir en cuáles tareas domésticas involucrar a los niños y en cuáles no. A veces es prioritario que el trabajo se realice rápidamente, y a veces es prioritario que el niño participe y se sienta útil. Depende de la tarea, de las circunstancias y del niño.

casa

Mantener un hogar con niños a bordo es todo un proyecto que requiere de mucha paciencia y flexibilidad para aceptar que no siempre las cosas pueden ser perfectas, y para enfocarnos más en los logros internos de cada personita, que en el aspecto externo de las cosas.  A final de cuentas, la casa siempre se vuelve a ensuciar y el quehacer jamás termina, pero tú tienes la decisión de convertir esas tareas monótonas en un gran beneficio que dure para toda la vida.

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34 comentarios sobre “5 claves que te ayudarán a mantener tu casa limpia, aun teniendo pequeños que aprenden sin escuela

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