Jazmín Toulouse, del blog Nuestras aventuras en casa, tuvo la amabilidad de invitarme a participar en la serie “Educar en casa… Utopía o Realidad”. En ella hablé un poco de nuestro día a día, de los desafíos más grandes que he encontrado al educar a mis hijos en casa, del concepto Supraescolar, etc.

Te invito a leerla, y a conocer todo lo que ella comparte en su blog aquí.


Mi nombre es Priscila Salazar, tengo un blog http://www.supraescolar.com en el que escribo desde 2011, y como lo he contado en otras ocasiones, yo viví la experiencia de dejar la escuela atrás para aprender de tiempo completo con mi familia, en mi adolescencia. La seguridad que vi en mis papás y los buenos resultados en nuestras vidas me dieron la tranquilidad de que éste era el estilo de vida que yo quería para mi familia cuando la tuviera.

Nuestro Día Perfecto:

Pero al igual que muchos papás y mamás, me encuentro luchando continuamente contra mis propios paradigmas escolarizados y mi perfeccionismo. Mi ideal de una vida sin escuela era tener unos niños bien peinaditos y bien sentaditos alrededor de mi mesa rellenando libros, recitando poemas, haciendo hermosas manualidades y siguiendo el horario que yo había planeado al pie de la letra. Si tú tienes niños pequeños (en especial, varoncitos), sabrás que esta imagen es casi ficticia. A medida que mis hijos fueron creciendo me di cuenta de que pocas veces querían hacer lo que yo había preparado, y de que las ocasiones cuando más aprendían era cuando el asunto había salido espontáneamente y cuando todos estábamos relajados y felices.

Ha sido un proceso largo de cometer muchos errores, de intentar, de fallar y de volver a intentar. Como mamá de tres pequeños he descubierto que los niños en general – y en especial los varones – tienen un proceso de aprendizaje muy diferente al mío. Lo que a ellos les atrae no es lo mismo que me atrae a mí, simplemente porque su forma de percibir el mundo y de interactuar en él es muy distinta a la mía; y he logrado entender que aunque esa forma sea diferente a la mía, no tiene por qué ser incorrecta. Sin embargo…

Utopía o realidad

La idea de que mis hijos aprenden en libertad, muchas veces ha llegado a ser paralizadora.

Me refiero a que el entendimiento de ideas como que “un niño aprende mejor si no se siente presionado”, o “el aprendizaje significativo viene cuando el niño está en el momento óptimo de interés y apertura”, son definitivamente, declaraciones reveladoras que abren nuestra mente y nos muestran un mundo nuevo y quizás desconocido para muchos de nosotros; pero también, esas mismas ideas muchas veces pueden llegar a ser paralizadoras en el sentido de que ahora nos inundan nuevas dudas como: “¿entonces no debería forzarlo a nada?, ¿pero qué hay de las cosas importantes que sí es bueno que aprendan?, ¿entonces cuál es mi papel como mamá/papá?, ¿hasta dónde debería permitirle que no haga nada si no tiene ganas y hasta dónde yo debería animarlo un poco?, etc.”

Creo que muchas de estas confusiones nacen de un concepto dividido. Incluso el término “homeschool” nos obliga a pensar de una forma segmentada, no integral. Piensa en esta declaración: “nosotros hacemos homeschool todas las mañanas”, en vez de por ejemplo: “nosotros estamos preparando a nuestros hijos para la vida, y lo hacemos sin escuela”.

Si tenemos una visión integral a largo plazo de que estamos formando vidas, personas que deben descubrir su propósito en la vida, muchas de las dudas e inquietudes cotidianas como “¿debería usar este libro o este otro?” o “¿debería comenzar a los tres años o a los cuatro?” o “¿debería forzarlo a que haga esta lección o dejarlo que él elija?”, se desvanecerían, porque al tener una meta fija en el horizonte, tendríamos la claridad para decidir cuáles de las muchas pequeñas decisiones que tenemos que tomar día con día realmente están aportando para el cumplimiento de esa gran meta y cuáles no.

A lo largo de estos años de estar cerca de los niños, de observarlos, de conocerlos a fondo, de reflexionar en nuestras metas a largo plazo como padres, he llegado a la conclusión de que nuestra intuición de padres es la mejor guía, y si nosotros sentimos que debemos enseñarles algo a nuestros hijos o impulsarlos en alguna área, no debemos detenernos ni paralizarnos por el temor de dañarlos o de hacerlos niños “obedientes al sistema” o niños que “no saben pensar por sí mismos”.

El problema de las generaciones pasadas y del autoritarismo de los padres, estuvo en la falta de conexión con los hijos y en los motivos detrás de las instrucciones. Muchos de ellos no veían a cada niño como único y no estaban considerando sus necesidades particulares, sino que solamente querían forjar “hombres y mujeres de bien”, y que fueran aceptados socialmente. Por eso exigían obediencia y sometimiento sin reproche, pero lo hicieron a base de represión y no de conexión.

Cuando tú tienes una visión para tus hijos, y además tienes una conexión cercana con ellos, entonces puedes formarlos y equiparlos con todo lo que necesitan para tener una identidad sólida, para pensar críticamente y tomar las mejores decisiones, para comunicar sus ideas con asertividad, y para tener la determinación de alcanzar sus sueños; pero también para ser sabios y escuchar el consejo, para tener la humildad de aportar sus habilidades y complementarse con otros, y para reconocer la autoridad en su vida y hacer sinergia con ella.

La diferencia radica en los motivos para hacer las cosas: ¿quiero que hagan tal o cual cosa para satisfacer mi necesidad de estar segura de que “vamos bien”?, ¿quiero que aprendan tal o cual cosa para que otros vean que no nos estamos atrasando o que incluso vamos mejor? ¿O realmente tengo un objetivo para su formación y esto que quiero que aprendan es un paso para eso que quiero formar finalmente?, ¿o ya que soy sensible a sus necesidades yo percibo que necesita aprender esto aun cuando él no se ha dado cuenta?

Muchas veces lo que genera rebeldía en los niños es la inseguridad de los padres. Si no estamos completamente convencidos de por qué deberían hacer esta actividad o aquella, es muy posible que el niño lo perciba y sienta que es pérdida de tiempo y no quiera hacerlo. Pero si nosotros estamos bien convencidos de que algo es necesario para su desarrollo, podremos explicarlo una y otra vez con paciencia y con asertividad hasta que el niño pueda interiorizarlo también.

Dirige todas tus energías a construir una relación fuerte con tus hijos. Esa relación te dará la información necesaria para saber qué objetivos establecerás y cómo debes conducirte con cada niño. Y recuerda que no existe el niño promedio ni el niño estándar. Lo que tú hayas decidido que es lo mejor para tu hijo guiándote con tu intuición de papá o mamá, será precisamente lo que ese niño necesita.

Sobre nuestro homeschool

En nuestro caso particular, nosotros vemos la educación de nuestros hijos como una parte integral de toda nuestra vida, por lo que me cuesta trabajo describir “mi homeschool” como algo aislado de todo lo que hacemos durante las 24 horas de todos los días del año. Nosotros estamos criando a nuestros hijos y formándolos para que encuentren el sentido de su vida; y creemos que nuestra función es equiparlos con las herramientas necesarias para cumplirlo, así que, eso es lo que hacemos todos los días.

 En cuanto a los detalles de nuestro día a día, ahora que nuestros hijos han crecido un poco más y ellos mismos son más conscientes de lo que quieren lograr, nuestro día también comienza a tener una estructura más estable.

Antes vivíamos más por rutinas que por horarios, porque así lo requeríamos todos; pero ahora estamos comenzando a tener horarios más constantes y está siendo una experiencia emocionante para los niños, ya que también comienzan a leer la hora y a tener más noción del tiempo.

Para nosotros es muy importante que aprendan a ser responsables de su persona y de sus propias necesidades, como comida, ropa, pertenencias y espacio. Así que todos los días tenemos un tiempo para separar, lavar, doblar y guardar su ropa, ayudar a limpiar la casa, ayudar a preparar la comida, recoger su recámara, etc. Queremos que tengan el concepto de que somos un equipo y que todos somos responsables de que nuestra casa esté cómoda, limpia y en buenas condiciones. Además de que creemos que tener las destrezas para administrar un hogar es un regalo invaluable que podemos darles.

Su carácter, sus actitudes, la manera en que se relacionan con otros es lo más importante, por lo que todo el tiempo estamos cerca para recordarles cómo resolver conflictos, cómo expresar sus ideas de manera asertiva pero amable, cómo pedir perdón, cómo ceder, cómo negociar para que todos estén contentos, cómo ser prudentes, cómo reconocer y canalizar sus emociones y las de los demás, cómo cuidar a los más pequeños, y mucho más.

Durante las comidas tenemos un “ritual” que los niños llaman “el tema de hoy”, en el que alguien propone un tema y todos comenzamos a hablar de eso. Hablamos de todo: de geografía, de política, de arte, de anécdotas, de toda la vida en general. Los niños saborean esos momentos profundamente, y nosotros también, porque sabemos que es en ese tiempo cuando nosotros tenemos la oportunidad de sembrar en sus corazones nuestra visión de la vida, nuestros valores, y así vamos dándole forma a su identidad como personas individuales y como parte de esta familia.

También estamos dedicando más tiempo a aprender y a desarrollar destrezas específicas. Ellos tienen una clase diaria con su papá en la que están aprendiendo programación web, y una clase diaria conmigo en la que estamos aprendiendo comunicación escrita. La razón es que creemos que estas dos destrezas son básicas para cualquier proyecto que quieran emprender. Durante el día también practicamos inglés, leemos mucho sobre historia y ciencias, dibujamos mucho, tocamos música y también jugamos mucho en el parque.

A grandes rasgos es lo que hacemos durante el día. Si quieres leer cómo era nuestra dinámica hace un poco más de tiempo, pulsa este link.

Por qué hacemos esto

Como lo he venido repitiendo, nuestro deseo es formar a nuestros hijos para que tengan una identidad sólida y para que encuentren el sentido de su vida, y creemos que la vía para lograrlo es tener una conexión muy fuerte con ellos, y equiparlos con las herramientas necesarias.

Y para eso, pues es necesario dedicar mucho, mucho tiempo, por lo que decidimos que en esta etapa, ellos estuvieran todo el tiempo con nosotros, sin ir a la escuela. También hemos organizado nuestro estilo de vida de tal forma que ambos podamos trabajar desde casa, y así tener la libertad de compartir todo nuestro día con nuestros hijos y pasar grandes cantidades de tiempo cerca de ellos, lo que, a final de cuentas, es lo que hace que el tiempo sea de calidad.

2 comentarios sobre “Educar en casa… ¿Utopía o realidad?

  1. Gracias por compartir tu experiencia Priscila. Me quedo con lo de seguir tu intuición de padre y analizar los motivos por los que quieres intencionalmente enseñar algo:
    “¿quiero que hagan tal o cual cosa para satisfacer mi necesidad de estar segura de que “vamos bien”?, ¿quiero que aprendan tal o cual cosa para que otros vean que no nos estamos atrasando o que incluso vamos mejor? ¿O realmente tengo un objetivo para su formación y esto que quiero que aprendan es un paso para eso que quiero formar finalmente?, ¿o ya que soy sensible a sus necesidades yo percibo que necesita aprender esto aun cuando él no se ha dado cuenta?”

    Gracias de nuevo y saludos!

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