
Dejar la escuela a los 18 años transformó mi perspectiva
Después de una vida de no estar satisfechos con el sistema escolarizado, mis padres decidieron que éste era el cambio que necesitábamos y no lo dudaron ni un minuto pensando que era demasiado tarde.
Lo más valioso fue que recuperé la conexión con mi familia y encontré el sentido de mi vida
Antes de casarnos, mi esposo y yo decidimos que cuando tuviéramos hijos les daríamos esta misma libertad. Ahora, mis tres jovencitos hermosos y maduros que nunca han ido a la escuela (2006, 2007, 2009) dedican sus días a descubrir y desarrollar sus intereses en un ambiente de libertad y paz. Haber vivido este proceso como hija hace que el futuro de mis hijos no me provoque incertidumbre, sino emoción.