Sé que existen muchas opiniones muy diversas en torno a la obediencia y también sé que hay muchos papás y mamás que están optando por no enseñar obediencia a sus hijos como se les enseñó a ellos.

De hecho, yo he escuchado a mamás decir que ellas enseñan a sus hijos a desobedecer.

Lo que yo entiendo detrás de esta afirmación es que no enseñarán a sus hijos a acatar las órdenes de alguien más simplemente porque esa persona es “la que manda”; y que no les enseñarán a quedarse callados cuando se les pide que sigan una orden injusta, sino a que expresen su opinión abiertamente.

Entendiendo la obediencia como acatar órdenes ciegamente y movidos por el temor, es comprensible que muchos papás no quieran enseñar a sus hijos a obedecer… al menos no de ese modo ni por esos motivos.

Pero quitando esa connotación negativa,

¿Deberíamos enseñar a nuestros hijos a obedecer?

En lo personal, yo sí quiero que mis hijos obedezcan mis instrucciones y las instrucciones de las demás personas en autoridad, pero no ciegamente y no movidos por el miedo.

Antes de explicarte mi propio concepto de obediencia, déjame platicarte algunos ejemplos:

  • Algunas de las mamás que me escriben para preguntar cómo hacen que sus hijos quieran seguir instrucciones, se encuentran realmente angustiadas porque sus niños ya han pasado por situaciones peligrosas o han tenido accidentes porque no quisieron seguir una instrucción; pero en su deseo de no regañarlos ni castigarlos, dejan que los niños hagan lo que quieran.
  • El otro día mi esposo y yo íbamos caminando por un centro comercial. Junto a nosotros pasó un niño de unos tres años corriendo directo a las escaleras eléctricas. Unos metros atrás venía el papá corriendo también y gritando el nombre del niño con mucha angustia: “¡detente!, ¡ya no corras más!, ¡te vas a caer!” Cuando el niño llegó a las escaleras –con toda la intención de seguir corriendo hacia abajo–, un muchacho que se había dado cuenta de lo que pasaba, sujetó al pequeño del brazo. Cuando el papá los alcanzó, no sabía cómo agradecerle por haber detenido a su hijo de un accidente seguro.
  • Me ha tocado conocer niños que no pueden jugar con otros porque no están dispuestos a seguir las reglas del juego o siempre quieren imponer sus propias reglas. Son niños a quienes les cuesta mucho encontrar amigos y por lo general son solitarios.
  • En una ocasión supe de un caso en el que un niño no quiso abrocharse el cinturón de seguridad en un avión, y entonces la aerolínea no lo dejó viajar a él y tampoco a la mamá. No sé si esta historia fue cierta o no: la estuve buscando pero no la encontré. De cualquier forma, no dudo que haya sucedido. Es muy común ver niños que no respetan las normas más básicas de los lugares públicos como guardar silencio, no maltratar los libros, respetar a los animales, no pasar a lugares restringidos, permanecer sentados, no sacar las manos por las ventanillas, no tirar basura, etc.

Seguir instrucciones es una parte básica de vivir en sociedad

Creo que estamos de acuerdo en que para vivir en sociedad, en armonía y reduciendo riesgos, es necesario saber seguir instrucciones.

Explicarle a tu hijo cuáles son las instrucciones de cada lugar o situación y pedirle que las obedezca no es faltarle al respeto ni violar sus derechos. De hecho, yo considero una falta de respeto hacia los niños no darles explicaciones y no esperar que las respeten, porque en cierta forma, se está asumiendo que no tienen la capacidad de entender o no merecen ser parte de la sociedad.

John Holt dijo:

“La diferencia entre una sociedad libre y una tiranía es que en una sociedad libre sabes en dónde están los límites, pero en una tiranía nunca puedes estar seguro. Tener que estar adivinando qué se espera de ellos a cada momento, puede ser extenuante para los niños, e incluso, llevarlos a un estado de frustración profunda que les ocasione problemas crónicos de personalidad, de adaptación, de aprendizaje, de comportamiento…”

Saberse parte de una sociedad le da identidad a tu hijo

Cuando nos tomamos el tiempo de explicarles a nuestros hijos paciente y cariñosamente cuáles son las reglas de su círculo social más cercano, ellos se sienten tomados en cuenta y harán todo lo posible por integrarse adecuadamente. Los niños anhelan ser incluidos y hacer lo que ven que nosotros hacemos. Saberse parte de un grupo social y conocer de forma clara cómo pueden participar en el bien común de ese grupo, les da un sentido de identidad y de pertenencia muy fuerte.

Nosotros como padres podemos usar ese anhelo que nuestros hijos tienen de ser incluidos, para establecer una relación de absoluta confianza y libertad en la que ellos puedan preguntarnos todo lo que deseen saber con la seguridad de que les contestaremos con honestidad y con la disposición de corregir todos nuestros errores.

Como ves, la obediencia que yo espero de mis hijos no es una obediencia ciega ni movida por el miedo. La obediencia que yo espero de mis hijos se nutre de nuestra relación diaria y es impulsada por la confianza que ellos tienen en mí.

Más que obediencia, a mí me gusta usar el término actitud de cooperación.

Mostrar una actitud de cooperación es entender que eres parte de algo más grande, y por lo tanto, estás dispuesto a escuchar, a aprender de otros y a participar decididamente. Cuando solamente piensas en ti mismo y en tu bienestar inmediato, corrompes tu potencial, dañas a otros y afectas el bien común.

Una actitud de cooperación es mucho más que obedecer ciegamente

Mis hijos saben que las instrucciones que les damos tienen como objetivo garantizar el bien común de nuestra familia y por eso están dispuestos a seguirlas; pero si en algún momento ellos tienen una pregunta, sugerencia u objeción, saben que tienen toda la libertad para exponerla amable y respetuosamente. Y saben que serán escuchados y que si su observación procede, entonces nosotros reconsideraremos la instrucción. Todos podemos equivocarnos y nadie es perfecto.

También saben que aunque nosotros esperamos que cumplan nuestras instrucciones, ellos tienen la libertad –y la responsabilidad– de tomar su propia decisión. Y menciono la responsabilidad, porque al decidir hacer o no hacer algo, también somos acreedores a los resultados buenos o malos de esa acción.

En más de una ocasión ellos han experimentado en cabeza propia la razón de lo que les habíamos dicho que hicieran o no hicieran. Y son esas experiencias las que les hacen valorar el peso de la responsabilidad y los hacen analizar bien las opciones que tienen la próxima vez que se encuentran frente a una decisión que tomar. Por supuesto que nosotros como papás estamos muy cerca de ellos para decidir cuándo podemos dar total libertad y cuándo es mejor tomar las decisiones por ellos. A medida que los niños van creciendo y van adquiriendo madurez, también sus límites se van ampliando y ellos van asumiendo su responsabilidad sanamente.

Esa apertura y ese ejercicio de comunicarnos todo lo que sienten –con amabilidad y respeto–, les está dando la seguridad de poder expresar su opinión o su sentir –con amabilidad y respeto– cuando alguien trata de abusar de ellos o de pedirles algo que realmente no quieren hacer, como cuando un niño es agresivo con ellos o cuando un pariente quiere hacerles cosquillas o jugar a algo que les incomoda.
Ser amable y saber seguir instrucciones no tiene por qué ser sinónimo de sumisión al abuso o de resignación.

Una historia de confianza y cooperación

El Pato Joyuyo, Pato de Carolina, o Pato de la Florida (aix sponsa), en inglés Wood duck, anida en lo alto de los árboles, en un hueco en el tronco. Después de que todas las crías han nacido, la mamá pato baja del árbol y llama a sus polluelos. Los pequeños patitos se arman de valor al escuchar la voz de su madre y saltan de una altura de hasta 15 o 17 metros. Ya todos reunidos, corren hasta llegar al lago que les provee seguridad.

Hace un tiempo comencé a escribir historias con algún tipo de moraleja para contarles a mis hijos, y una de ellas fue la de “Los patitos joyuyos”. Después de reunir datos interesantes acerca de estas aves y muchas fotos, escribí la historia de una familia de patos y su proceso desde el momento de buscar nido hasta que llegan a salvo al lago. Lo puse todo en una presentación de Power Point y a mis hijos les encantaba que se las leyera mientras veían las fotos.

Cuando platicamos acerca de esta historia, mis hijos y yo reflexionamos en que los papás tenemos más experiencia que los hijos y cuando damos una instrucción es porque nosotros tenemos el panorama completo y sabemos que su cooperación es una parte vital de un proyecto corporativo. Muchas veces no tenemos tiempo suficiente para explicar a detalle por qué deben obedecer esa instrucción específica, y es ahí donde entra en acción la confianza que hemos construido en ellos. Los niños, como los patitos, nos siguen no por temor de nosotros, sino porque confían en nosotros; saben que son parte de un grupo, de un equipo, de una manada, y que como miembros, no pueden tomar decisiones basadas en el beneficio personal, sino corporativo. Saben que el ceder a sus deseos personales de ese momento resultará en un bien mayor, al hacer sinergia con los demás miembros del grupo.

a97d36bef69e9cc292c3e745c592df81

Hace unas semanas iniciamos el proyecto de editar esta historia como un libro infantil, ya que es parte del material de apoyo del SEA Familia, el programa en el que he estado trabajando por los últimos dos años.

b7deddd9cb753bb56c5168bb4c4d2e56

Le pedí a Pablo, mi segundo hijo, de ocho años, que me ayudara a ilustrarlo. Fue una buena oportunidad para trabajar en sinergia y para seguir instrucciones.

Finalmente, ahora tenemos el libro impreso y listo para distribuirse a todas las familias que decidan beneficiarse con la herramienta del SEA Familia.

Si tú deseas obtener este libro infantil de 16 páginas a colores, pulsa aquí para ver toda la información.

Saber cómo formar una actitud de cooperación en nuestros hijos es uno de los temas del SEA Familia. El SEA Familia es una herramienta especialmente diseñada para fortalecer a las familias. Su contenido ayuda a los padres a fortalecer su autoridad de influencia y les da recursos para formar hijos maduros, responsables y aptos para desarrollar su potencial.

16 comentarios sobre “¿Debemos enseñar a nuestros hijos a obedecer?

  1. Priscila, excelente artículo.

    Para las personas que no vivimos en México, tienes disponible la versión online o en PDF del libro? Si es así, qué costo tiene?

    Me gusta

Dejar un comentario